Un actor que no se parece al rey Carlos, el vestido negro de la venganza y el fantasma de la princesa Diana. Aquí ofrecemos algunos aciertos y errores de la serie.
The Crown ha sido una serie maratónica y vertiginosa que abarca casi 60 años de historia en seis temporadas de drama serio y chismes frívolos. A veces avanzando rápidamente a lo largo de las décadas, otras veces avanzando pesadamente por los minutos, el programa ha sido un destino televisivo desde 2016, un desvío suntuoso y de bajo riesgo en una era de turbulencia desconcertante.
¿Tiene la serie un significado más profundo, además de ser una impresionante hazaña de narración costosa? Es difícil saberlo.
Mientras contemplamos un futuro en el que nos veremos obligados a evaluar nuevos sucesos de la realeza sin la ayuda de The Crown, es hora de otorgar los primeros (y últimos) premios anuales Crownie.
Peor corte de pelo: el príncipe Enrique
The Crown siempre osciló entre resaltar el parecido de los actores con sus contrapartes de la vida real (Alex Jennings, canalizando de manera inquietante al duque de Windsor) y al parecer no preocuparse demasiado por ello (Dominic West, evidentemente más guapo y más competente que su personaje, el príncipe Carlos).
Aun así, fue un impacto ver al príncipe Enrique en la temporada final. Interpretado por Luther Ford, Enrique parece un Ron Weasley amargado y sin encanto con un extraño flequillo al estilo del príncipe Valiente.
Mejor vestuario: el vestido de la venganza
The Crown a menudo vestía a sus actores con réplicas de las prendas más conocidas de sus personajes, lo que daba una agradable sensación de verosimilitud. (Ver, por ejemplo, los vestidos de novia que llevaron la princesa Isabel, lady Diana Spencer y Camilla Parker-Bowles).
Como sucedió en la vida real, el mejor atuendo de todos fue el impactante vestido de Christina Stambolian que Diana (Elizabeth Debicki) llevó en la temporada 5, en una fiesta en los jardines de Kensington la misma noche en que el príncipe Carlos apareció en la televisión y confesó que le había sido infiel con Camilla Parker-Bowles.
Fue emocionante ver la entrada de Debicki en ese vestido: ajustado, con los hombros al descubierto, un dobladillo asimétrico y una cola de gasa que fluía con picardía desde la cintura; una recreación impresionante de aquel momento inolvidable.